viernes, 11 de junio de 2010

La frase mal puntuada del hombre que vive

Un cuarto de hora para la vida,
tres pedacitos de pan que parten en vuelo,
nueve lunas para cantarle al sol,
doce estrofas que hablan en silencio.

Y cada vez que miro al cielo,
o si alguna vez empiezo un texto,
una es la forma de espantarme
y quedarme a decir la verdad el alivio.

Escuchar dos veces mi nombre,
hasta sentir por fin que me llaman
y responder sin las luces de otros siglos
sino con el sello ausente que me marca.

Hasta que se acaban los tiempos,
hasta que lo escrito se hace mío,
un pedacito de sol que parte en vuelo,
un animarme a sentir que no soy y que sin embargo vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un breve texto

Creé este espacio por razones banales y egoístas, privadas en tanto desconocidas y también ocultas.

Iré publicando en La Letra e Interminables lo que en palabras salga de mis entrañas, también algunos textos viejos y en definitiva lo que me plazca, dejando en el lector la responsabilidad -si la acepta- de tomar o no cada texto para defenestrarlo, hacerlo memorable o simplemente omitirlo.

La banalidad de la publicación espero no me haga lidiar con el reconocimiento, más bien busca la redención en una ética del comentario que posibilite luego -o ya desde antes- un encuentro de dos, que sin mostrarse ningún respeto pueden lanzarse palabras sin el menor miedo a herirse el rostro, el propio por supuesto.

Se trata en definitiva de hacer -y deshacer- con lo poco que tengo al alcance de mi mano.

Salud

Carlos G. Picco