miércoles, 23 de junio de 2010

Anudado

    Hay momentos para no escribir, momentos de escuchar para que los signos tomen voz y se haga comprensible el mensaje. Luego, como deterioro, la escritura reivindicará un orden nunca del todo bien sujetado.
    El valor ético del texto depende entonces, ahora luego, del lugar de la invención permitido entre letras, equívoco del buen sentido, más bien responsabilidad abreviada entre mentiras. Demos importancia al êntre, pues serán todas mentiras y no habrá mensaje. Uno espectante de lo otro solo encuentra y escribe su espera ansiosa y espesa, mas nunca sobre la llegada del otro. Es así, lo otro es el otro y nunca llega mas que lo que no se adapta al ideal.
    Al Final la mentira y la metáfora son lo mismo, el punto de quiebre se ejecuta cuando de a breves sujeciones se logra frenar la metonimia y darle otro uso a la palabra.

    El demonio de la cerveza roja y ahora si la incomodidad, claro, hecerme ver, solo eso ¿por qué entonces la mirada fija en la letra, en el músculo, en la sombra, en la escucha, en la fantasía y en escribirlo todo bien? Luego, escribir bien y ser mirado, solo hacerse mirar. Que idiotez. 

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Un breve texto

Creé este espacio por razones banales y egoístas, privadas en tanto desconocidas y también ocultas.

Iré publicando en La Letra e Interminables lo que en palabras salga de mis entrañas, también algunos textos viejos y en definitiva lo que me plazca, dejando en el lector la responsabilidad -si la acepta- de tomar o no cada texto para defenestrarlo, hacerlo memorable o simplemente omitirlo.

La banalidad de la publicación espero no me haga lidiar con el reconocimiento, más bien busca la redención en una ética del comentario que posibilite luego -o ya desde antes- un encuentro de dos, que sin mostrarse ningún respeto pueden lanzarse palabras sin el menor miedo a herirse el rostro, el propio por supuesto.

Se trata en definitiva de hacer -y deshacer- con lo poco que tengo al alcance de mi mano.

Salud

Carlos G. Picco