lunes, 22 de febrero de 2010

Del Uno

Menuda cuestión esta de la mirada,
menuda, con carne o sin carne,
pues lo que entra también llena el estomago.

Menuda cuestión esta de la escena,
y manuda también la intensidad de la contingencia,
aunque ella solo hable soledades.

Es que allí donde uno escuchó que lo nombraban,
allí el otro admiró los árboles,
allí donde para uno el silencio determinaba,
allí el otro necesitó estirar los brazos.

Hechos para no entendernos,
hechos para no amarnos,
¿y quién sabe cómo el corazón domina el cuerpo,
o si acaso hablan distintos idiomas?

¿Por qué suponer que algo habla?
Los mensajes lo acreditan.
¿Alguien alguna vez tradujo esas palabras?

Recae sobre el viajero el peso del equipaje,
cada paso será quizás un triunfo o una mentira,
mas nada corrobora nunca la veracidad del mapa.

En el lugar en el que las palabras se hacen humo,
allí donde la pregunta es sobre mí mismo,
allí busco los comandos y el código,
pero busco con el temor de quién sabe que allí tampoco hay nada más que lo que hubo siempre,
el desvanecer constante, la fría ilusión, la cálida mentira, el eco salvaje y camuflado.

Tan solo, palabras...


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Un breve texto

Creé este espacio por razones banales y egoístas, privadas en tanto desconocidas y también ocultas.

Iré publicando en La Letra e Interminables lo que en palabras salga de mis entrañas, también algunos textos viejos y en definitiva lo que me plazca, dejando en el lector la responsabilidad -si la acepta- de tomar o no cada texto para defenestrarlo, hacerlo memorable o simplemente omitirlo.

La banalidad de la publicación espero no me haga lidiar con el reconocimiento, más bien busca la redención en una ética del comentario que posibilite luego -o ya desde antes- un encuentro de dos, que sin mostrarse ningún respeto pueden lanzarse palabras sin el menor miedo a herirse el rostro, el propio por supuesto.

Se trata en definitiva de hacer -y deshacer- con lo poco que tengo al alcance de mi mano.

Salud

Carlos G. Picco