Menuda cuestión esta de la mirada,
menuda, con carne o sin carne,
pues lo que entra también llena el estomago.
Menuda cuestión esta de la escena,
y manuda también la intensidad de la contingencia,
aunque ella solo hable soledades.
Es que allí donde uno escuchó que lo nombraban,
allí el otro admiró los árboles,
allí donde para uno el silencio determinaba,
allí el otro necesitó estirar los brazos.
Hechos para no entendernos,
hechos para no amarnos,
¿y quién sabe cómo el corazón domina el cuerpo,
o si acaso hablan distintos idiomas?
¿Por qué suponer que algo habla?
Los mensajes lo acreditan.
¿Alguien alguna vez tradujo esas palabras?
Recae sobre el viajero el peso del equipaje,
cada paso será quizás un triunfo o una mentira,
mas nada corrobora nunca la veracidad del mapa.
En el lugar en el que las palabras se hacen humo,
allí donde la pregunta es sobre mí mismo,
allí busco los comandos y el código,
pero busco con el temor de quién sabe que allí tampoco hay nada más que lo que hubo siempre,
el desvanecer constante, la fría ilusión, la cálida mentira, el eco salvaje y camuflado.
Tan solo, palabras...
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