martes, 4 de enero de 2011

Intención y Extensión

En este apartado de los miércoles iré agregando semana trás semana mientras siga considerando válido el trabajo, textos que a modo de diario cuenten algo que tenga que ver con el contexto actual de mi vida, la ciudad de Córdoba, mi pais, Argentina, el mundo... incluso mi barrio, las personas que conozco y las que no, la historia, el psicoanalisis, el arte.


Una columna de miércoles, una columna sobre la que apoyarme, no cajón de los recuerdos sino espacio para la reflexión errante que aquí sostengo y a Ustedes extiendo.

sábado, 1 de enero de 2011

Una intempestiva de alcohol


Solamente porque las hojas se resisten
me doy cuenta que no hay nada detrás,
atragantado como dragón viejo
que siente el fuego pero ya no sabe blasfemar,
como si fuera un “nunca antes”, lapicera en mano,
ausente, casi mirando lo que escribo
y el sol quemándome los párpados,
el viejo detective esperando, la lectura asombrada, abrumada,
o el lector preocupado, arrastrado, seducido, apalabrado,
¿quién soy yo para matarlo justo ahora?
no, no, el descubrimiento de un diamante,
pero sabiendo soportar la búsqueda,
mejor leer mejor de qué me trato
y nada si nada ocurre,
como loco corriendo soledades,
o excitado por los soles que me iluminan,
la sensación de ser mas libre
y de que en cada línea me trasfondo
para encontrar casi nada o siempre lo mismo,
como si algo más se hiciera sensible
o el ritmo se presentase ante mis ojos.

Nada que ver, amigo gallo,
solo trato de dormir un poco,
sabiendo ahora mejor que nunca,
que del otro lado no hay palabras
y que estas borrachas, vanidosas,
no dicen más lo que me destierra;
así... así... de a poco, así...
amigo, estoy ahora si
feliz y solo.

Un breve texto

Creé este espacio por razones banales y egoístas, privadas en tanto desconocidas y también ocultas.

Iré publicando en La Letra e Interminables lo que en palabras salga de mis entrañas, también algunos textos viejos y en definitiva lo que me plazca, dejando en el lector la responsabilidad -si la acepta- de tomar o no cada texto para defenestrarlo, hacerlo memorable o simplemente omitirlo.

La banalidad de la publicación espero no me haga lidiar con el reconocimiento, más bien busca la redención en una ética del comentario que posibilite luego -o ya desde antes- un encuentro de dos, que sin mostrarse ningún respeto pueden lanzarse palabras sin el menor miedo a herirse el rostro, el propio por supuesto.

Se trata en definitiva de hacer -y deshacer- con lo poco que tengo al alcance de mi mano.

Salud

Carlos G. Picco