miércoles, 17 de marzo de 2010

Intermitencias

Sentarse a escribir parece ser a veces un acto irresponsable. Uno se excusa de si mismo para tomar en el texto una otra cosa, o incluso si escribe sobre si mismo, pues tomaría una posición segunda. En contraposición de esto que yo mismo propongo, y por ende entonces en contra mía, me animo a decir que cuando uno escribe no hace más que, ya lo dije en otra parte, escribir sobre si mismo, revelar el teatro delirante que lo sostiene, ese a veces aparentemente compartido con todo un grupo de amantes sociales. Adivinen ahora la estructura, vayan a la letra y encuentren los modos de gozar y las vías del deseo. En el texto queda inscripto con sangre el nombre olvidado del autor. 

"GANAMOS" reza un afiche por estos días en las paredes de Córdoba. Más abajo, "El Secreto de sus Ojos - Ganadora del Oscar a mejor película de lengua extranjera". ¿Ganamos? ¿Qué ganamos? ¿Quién gano? ¿Campanella? Seguramente para el director, los productores y los actores habrá sido un orgullo este premio, vaya a saber uno porque, ¿para quien más?

Cuando el personaje de Francella revela en el bar su descubrimiento respecto de las pasiones, la escena en la que se expone como un borracho y peleador, en la que expone al personaje de Darín como un amante cobarde y luego al perseguido asesino por su rasgo fanático, reivindica para la película el tema que será hilo conductor, eso que hace el sujeto toda la vida, desde que es hablado por Otro, desde que se ubica frente a ese enigmático Otro para preguntarse qué quiere de él. Eso que hace, esa pasión, esa repetición. Allí esta la singularidad de cada sujeto, uno a uno, imposible hacer una serie con eso, y allí también encontré la singularidad por supuesto de quien escribió la historia luego traspolada al cine. Pero es una época y una sociedad que prefiere decir nada y esperar a que la hablen, este punto está destinado con suerte a molestar desde el olvido. Verdaderamente si esta película tiene algo de valioso es la lengua absolutamente extranjera a este afiche tan argentino.


1 comentario:

  1. por enésima vez intentaré postear mi comentario en tu blog... no me daré por vencido.

    Amigo, sobre el tema nodal de tu escrito, ya he tenido mis controversias en FB con gente que hasta el día de hoy intenta pelear una guerra ya largamente en el tiempo perdida, así que disculpame si no adhiero por escrito, aunque sabés que pienso igual que vos.

    Me urge escribirte ahora porque hay algo ahí que no pega. Creo que cuando uno escribe, se revela otra cosa ADEMÁS de lo que expusiste. Y veo que hay un otro (un otro que poco y nada tiene que ver con el lacaniano) que usándote como instrumento, guía sus palabras a través de tus dedos. ¿Cuánto tardará Carlos Picco en aparecer en sus escritos? ¿Cuánto tardará el mismo ser en dejar de lado la máscara tras la cual se escuda? ¿Por qué evitás tu discruso, torturás la letra, la palabra y la sintaxis?
    Cuando comencé a beber cerveza, me dijiste que te caia mejor cuando no lo hacía; de hecho, tu frase (no gay) fue: "me gustabas más cuando no tomabas" (vos y yo sabemos por qué).
    Hoy te digo: "me gustabas más cuando hablabas, escribías y te expresabas a tu manera".
    No deja de ser entretenida la lectura de tus escritos; simplemente no se siente como si fueras vos.
    Amigo, un gran abrazo.

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Un breve texto

Creé este espacio por razones banales y egoístas, privadas en tanto desconocidas y también ocultas.

Iré publicando en La Letra e Interminables lo que en palabras salga de mis entrañas, también algunos textos viejos y en definitiva lo que me plazca, dejando en el lector la responsabilidad -si la acepta- de tomar o no cada texto para defenestrarlo, hacerlo memorable o simplemente omitirlo.

La banalidad de la publicación espero no me haga lidiar con el reconocimiento, más bien busca la redención en una ética del comentario que posibilite luego -o ya desde antes- un encuentro de dos, que sin mostrarse ningún respeto pueden lanzarse palabras sin el menor miedo a herirse el rostro, el propio por supuesto.

Se trata en definitiva de hacer -y deshacer- con lo poco que tengo al alcance de mi mano.

Salud

Carlos G. Picco