sábado, 10 de octubre de 2009

Miró hacia el Cielo


Se durmió  y se quedó sin voz
miró hacia el cielo ya sin ojos
suspiros silenciosos en su pecho
decian despacito que estaba solo

Las manos embarradas de dios
quieren cargarlo
se ilusionan con tocarlo

Ese camino no tenía luz
quién se animaría a cruzarlo
doce estrofas en una canción
y empujoncitos de dinosaurio

Lo llevaron hacia un sol y un mar
que se vuelan, que se vuelan

Ilusiones de un farsante
que terminan en caidas
sobre todas las alturas
cuesta dejar de esperarte
cuesta dejar de esperarte


Los suspiros de su corazón
imitando dos latidos
agitados por el caminar
y por las huellas viejas del camino
las recorre con su mente
las repite en su delirio

Ilusiones de un farsante
que concluyen en caidas
sobre todas las alturas
cuesta dejar de esperarte
cuesta dejar de esperarte




 

Un breve texto

Creé este espacio por razones banales y egoístas, privadas en tanto desconocidas y también ocultas.

Iré publicando en La Letra e Interminables lo que en palabras salga de mis entrañas, también algunos textos viejos y en definitiva lo que me plazca, dejando en el lector la responsabilidad -si la acepta- de tomar o no cada texto para defenestrarlo, hacerlo memorable o simplemente omitirlo.

La banalidad de la publicación espero no me haga lidiar con el reconocimiento, más bien busca la redención en una ética del comentario que posibilite luego -o ya desde antes- un encuentro de dos, que sin mostrarse ningún respeto pueden lanzarse palabras sin el menor miedo a herirse el rostro, el propio por supuesto.

Se trata en definitiva de hacer -y deshacer- con lo poco que tengo al alcance de mi mano.

Salud

Carlos G. Picco